domingo, 29 de marzo de 2015

Desmontando a Mia.

Hace frío a la fresca.
Si de lo que se trata es de ponerse con el trabajo atrasado, ordenar la ropa sucia y emitir unos cuantos de esos dictámenes que pensando en el bien ajeno os vayan a evitar cuatro pajas mal dadas y alguna suscripción engañifas a bangbross, llegar aquí era cuestión de tiempo. Yo estoy aquí para eso, no os preocupéis si tengo que ponerme apresuradamente con ello y dejar de ver a la familia por zanjar de una puta vez el tema, encerrarme con una pipa de lubricante en el juguetero, revisar las pruebas, darle a los vídeos una vez pa lante y otra pa tras.
Culo de destrucción masiva.
Mia Khalifa es un producto de esos de los que hablaba el marica de Risto Mejide. Pero que ni canta ni sabe hacer la más elemental de las coreografías para gordis. Dicho esto, descartadas sus habilidades -porque yo tampoco la he visto meterse aun nada por el culo- seria necesario, para evitar males mayores, que alguien dijera lo que esta morita sabe hacer. Media docena de escenas no son una excusa para justificar que los pasitos que vaya dando sean tan cortos, esto no es la pretemporada del Madri.
Solo vine a comprar pan y me enseñasteis el coràn.
 Un día te presentas con un hiyab y dos pedazo tetas de silicona y al siguiente tienes que saber pegarle con la izquierda de rosca o demostrar que eres una buena zorra si no quieres que te caigan las etiquetas como chuzos: calientapollas, putita mona, me follé tías en Túnez que la mamaban mejor. Es un momento jodido, ya lo se. La hora de preguntarle a papa y a mama y decidir el camino a seguir.
Cuéntales lo de los negros, diles como te pagaste la depilación láser, que no tiene mal que parecer. 
Vamos a ver. La tía es mona, cuando sonríe te olvidas que hace nada despachaba dátiles en Tikrit, solo hace falta enseñarle que para animar a los soldados ya tenemos a los de Ole-Ole y que lo suyo es otra cosa, echarle la lengua al ojete y que ella decida. La vamos a seguir de cerca, confiando en que la naturaleza humana es débil. Porque lo que te pedimos, querida Mía, es bastante más. 

sábado, 28 de marzo de 2015

Dos años con Jada

Convertida en una puta estatua de sal.
He vuelto a tiempo de que cambien la hora, mucho antes de Navidad, nada es casual cuando tomas una decisión de este tipo, un avión se estrella en los Alpes, llevo días releyendo a Sebald y mañana lo mismo vamos a solmenar la palma, es un decir, al piso patera de la avenida del Mar, haciendo que cada pieza vaya lentamente y casi a cámara lenta a ocupar su lugar en esa macro confluencia de extrañas jiñadas que es la vida, como el final de Interstellar, dos notas de un órgano sintetizador ochentero sostenidas, la peña con el corazón en un puño.
Si no he vuelto antes ha sido porque hasta ahora todo estaba perfecto. Por eso y porque en septiembre del 2013 estuve a un tris de palmar, quimioterapia, transplante, recaída y nueva remisión, la enfermedad es absolutamente incompatible con escribir frívolamente sobre estas cosas, las desviaciones de Manuel Ferrara o el esfínter de Verónica Avluv. Todo tiene su tiempo, que diría Arriola. Ahora esa nueva era presiento que ha llegado. El running es una enfermedad reconocida por la OMS, ayer un amigo mío dijo reconocer en una foto a Rachel Starr, la BBC del Madrid lleva camino de cargarse a Ancelotti, cada día me despierto con el temor de escuchar que lo de Jada Stevens se ha acabado. La secuencia de acontecimientos no espera a cobardes, todo pasa muy deprisa y ocurre porque si. Tengo que preguntarle por mis miedos a mi siquiatra y apurar rápido a ver sus últimas fechorías, nunca pensé, de verdad, que siguera a estas alturas agotando páginas del bloc con su filmografía mas selecta, premios en las estanterías, con el culo prieto y su peremne rictus de agradecida complacencia, aplastada por negros de la metadona, no era esta la vida de puta que mama Amparo tenía pensada para ella. 
Son muchas las cosas que tenía para escribir. Pero había de todas formas que empezar por aquí.