sábado, 28 de marzo de 2015

Dos años con Jada

Convertida en una puta estatua de sal.
He vuelto a tiempo de que cambien la hora, mucho antes de Navidad, nada es casual cuando tomas una decisión de este tipo, un avión se estrella en los Alpes, llevo días releyendo a Sebald y mañana lo mismo vamos a solmenar la palma, es un decir, al piso patera de la avenida del Mar, haciendo que cada pieza vaya lentamente y casi a cámara lenta a ocupar su lugar en esa macro confluencia de extrañas jiñadas que es la vida, como el final de Interstellar, dos notas de un órgano sintetizador ochentero sostenidas, la peña con el corazón en un puño.
Si no he vuelto antes ha sido porque hasta ahora todo estaba perfecto. Por eso y porque en septiembre del 2013 estuve a un tris de palmar, quimioterapia, transplante, recaída y nueva remisión, la enfermedad es absolutamente incompatible con escribir frívolamente sobre estas cosas, las desviaciones de Manuel Ferrara o el esfínter de Verónica Avluv. Todo tiene su tiempo, que diría Arriola. Ahora esa nueva era presiento que ha llegado. El running es una enfermedad reconocida por la OMS, ayer un amigo mío dijo reconocer en una foto a Rachel Starr, la BBC del Madrid lleva camino de cargarse a Ancelotti, cada día me despierto con el temor de escuchar que lo de Jada Stevens se ha acabado. La secuencia de acontecimientos no espera a cobardes, todo pasa muy deprisa y ocurre porque si. Tengo que preguntarle por mis miedos a mi siquiatra y apurar rápido a ver sus últimas fechorías, nunca pensé, de verdad, que siguera a estas alturas agotando páginas del bloc con su filmografía mas selecta, premios en las estanterías, con el culo prieto y su peremne rictus de agradecida complacencia, aplastada por negros de la metadona, no era esta la vida de puta que mama Amparo tenía pensada para ella. 
Son muchas las cosas que tenía para escribir. Pero había de todas formas que empezar por aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario